Tema 4: certificaciones de lengua italiana

A la hora de querer obtener una certificación que demuestre nuestro nivel en un determinado idioma, es fundamental informarnos sobre los diferentes exámenes que existen y su efectiva oficialidad o correspondencia con el propósito que nos planteamos: por ejemplo, podría haber pruebas orientadas mayoritariamente hacia la obtención de la ciudadanía extranjera, o hacia la convalidación para una beca Erasmus, entre otras posibilidades. 

    Habitualmente, cada gobierno cuenta con una única entidad que se encarga de realizar una o más pruebas de su idioma, según las características que se consideren necesarias para establecer una diferencia entre un examen y otro. Existe la posibilidad de que un único país cuente con más de una prueba oficial, pero por lo general siempre hay una que resulta más prestigiosa o que cuenta con un mayor reconocimiento internacional, como suele ser el caso de exámenes organizados por entidades gubernamentales o universidades, frente a entidades privadas que ofrecen una prueba paralela pero menos acreditada. En el caso de España, la certificación oficial por antonomasia es el DELE (Diplomas de Español como Lengua Extranjera), ofrecido por el Instituto Cervantes, mientras que en Francia existen tanto el DELF (Diplôme d’études en langue française) como el DALF (Diplôme approfondi de langue française), ambos organizados por el Ministerio de Educación, siendo la única diferencia entre los dos el nivel de dominio de la lengua (el primero cubre los niveles A1-B2 y el segundo C1-C2). 




    Sin embargo, pese a adherir al sistema del MCER y a todas las directrices e iniciativas que promueven la estandarización lingüística entre los países de la UE, Italia siempre tiene que diferenciarse en algo. Este país no cuenta con exámenes establecidos por su gobierno, si no que distribuye sus certificaciones entre múltiples entidades locales, cada una con su propia prueba, sus requisitos, sus especificaciones y su mercado objetivo. A continuación analizamos las titulaciones más relevantes:

  • CILS (Certificato di Italiano come Lingua Straniera): el más antiguo, oficializado a principios del siglo pasado, es actualmente el más reconocido. Depende de la Universidad para Extranjeros de Siena, una entidad pública que fomenta los intercambios culturales y lingüísticos y acoge cada año un gran número de estudiantes procedentes de todo el mundo. Esta certificación se inspira en los modelos DELF y DALF y fue la primera en el país en estructurarse en los 6 niveles de MCER, con una división entre los niveles principiantes y los más avanzados. Los exámenes están abiertos a todo quien quiera presentarse, sin requisitos específicos, e incluso hay ofertas de cursos dirigidos a niños y adolescentes. Su oficialidad es reconocida por las entidades de todos los países, por lo que se suele recomendar tomar este camino para certificar la lengua italiana, independientemente del motivo por el que necesitemos el título. 

  • CELI (Certificato di Conoscenza della Lingua Italiana): inaugurado en el año 1987 por la Universidad para Extranjeros de Perugia, que presenta una filosofía similar al ateneo de Siena. Junto al CILS, es la otra certificación que cuenta con mayor prestigio dentro y fuera de Italia. De hecho, el Ministerio de Educación homologa el CELI 3 (B2) como nivel necesario para el acceso a los estudios universitarios, y el 4 y 5 como dominio prácticamente nativo. El CELI 5, de hecho, es el único título con el que los extranjeros tienen posibilidad de enseñar lengua italiana en las escuelas del país. Además, este programa ofrece otras dos titulaciones específicas, el CELI Immigrati y el CELI Adolescenti, para responder a las necesidades específicas que tengan estos sectores determinados.

  • PLIDA (Progetto Lingua Italiana Dante Alighieri): surge a finales del siglo XX gracias a la Società Dante Alighieri, una institución cultural equivalente a nuestro Instituto Cervantes, con sedes en todo el mundo. Este título cuenta con el reconocimiento de múltiples ministerios y está orientado hacia las personas que quieran obtener permisos de residencia o la ciudadanía italiana, por lo que se excluye como candidatos a los hablantes nativos de esta lengua. 

  • AIL (L'Accademia Italiana di Lingua) e IT (Certificazione Italiano): por último, existen otras instituciones culturales y lingüísticas que ofrecen sus propios exámenes, siempre basados en el MCER, y orientados tanto a futuros trabajadores, estudiantes, o interesados en obtener documentación oficial en el país. Sin embargo, estas no suelen figurar entre las certificaciones más recomendadas, al tener una trayectoria más breve y posterior a las otras titulaciones que sí se piden activamente en diferentes ámbitos.

    Ahora bien, la coexistencia de tantas certificaciones, que por lo general son equivalentes, tiene una serie de aspectos positivos y negativos. Podemos decir a su favor que se ofrece una gran variedad de opciones, por lo que quien esté interesado en obtener un certificado de lengua italiana puede seleccionar la prueba que más le convenga, sea por cuestión de precio, de fechas o de lugares donde realizar el examen, y también según sus necesidades específicas, en caso de tenerlas. Por otro lado, en cambio, este es un sistema que resulta extremadamente confuso, y existe el riesgo de que, a la hora de presentar una certificación y no otra en algún trámite, quedemos descartados porque la institución en concreto no la acepta; también puede darse el caso de que nos veamos obligados a realizar uno de los exámenes por conveniencia, pero que se nos pida otro más específico para trabajar o estudiar, y así tendremos que volver a estudiar y examinarnos sobre los mismos contenidos y habilidades, pero con un enfoque diferente. 
    La ausencia de una estandarización en las pruebas oficiales es, en el caso de Italia, posiblemente un efecto de la desconexión entre instituciones regionales, ya que se trata de un Estado relativamente joven. Si consideramos que cada una de las actuales regiones antes de 1861 era un país independiente, es plausible que persista una sensación de autonomía que empuja a las diferentes instituciones locales a actuar por su cuenta y ofrecer su propia versión de un examen oficial de lengua italiana. Aunque todas estas ttulaciones tengan la aprobación del Ministerio de Educación y se correspondan con los parámetros del MCER, es evidente que los beneficios van a instituciones separadas, que continuarán a trabajar en paralelo antes que trabajar en común para realizar un único examen (o varios, pero pertenecientes a la misma entidad) que esté al alcance de todas las personas interesadas. 

    Como conclusión, me gustaría recordar a quienes tengan pensado examinarse de lengua italiana que se tomen su tiempo para considerar los posibles puntos a favor que presentan todas estas certificaciones, en busca de la que más se adapta a lo que se necesite según el propio caso. 

    







 

Comments

Popular posts from this blog

Tema 1 - Lingua Franca

Didáctica Tema 3

Tema 5