Tema 2 - Lifelong learning

 

En el contexto actual de la UE, que aspira a la cooperación entre los diferentes países y la puesta en común de valores, proyectos y objetivos, se han puesto en marcha varias iniciativas para tratar de proporcionar a los ciudadanos europeos las herramientas necesarias para comprender y enfrentarse a los desafíos de la sociedad moderna, promoviendo la tolerancia y la comunicación, entre otros valores necesarios en una situación cada día más multicultural y políglota. Uno de los conceptos que favorecen activamente las entidades educativas europeas es el lifelong learning, o "educación permanente".




   Por lifelong learning entendemos el fenómeno por el que el aprendizaje puede y debe verificarse a lo largo de todas las etapas de la vida, no sólo fuera de la edad escolar. En un principio, este concepto estaba relacionado con las varias oportunidades de aprendizaje de la que disponemos hoy en día en la edad adulta, por ejemplo, cursos de formación en temas específicos (uso de programas informáticos, lenguas extranjeras, artes plásticas...); esta adquisición posterior estaba motivada generalmente por interés personal del individuo, cuyos objetivos podían ser tan diversos como viajar, aspirar a una promoción en su puesto de trabajo, participar en un programa de intercambio, o simplemente aprovechar del tiempo libre tras la jubilación. Sin embargo, estamos viviendo un aumento de competitividad laboral y académica relacionada con la imposición de requisitos cada vez más específicos, lo que ha empujado a los estudiantes adultos a invertir en su educación ya no tanto por placer sino por necesidad. Este matiz en la motivación define el continuous learning, de carácter voluntario, y el lifelong learning, resultado de un "instinto de supervivencia" profesional. 

   Independientemente de esta diferencia que ya queda obsoleta, el lifelong learning tiene una función positiva, promoviendo el aprendizaje continuo y activo con fines de auto-mejora y de rápida adaptación a las necesidades de un mundo cambiante. Es aquí que entra en escena el MCER, que establece un estándar de competencias en niveles bien estructurados y equilibrados. Dentro de la UE, gracias a los ideales de colaboración e innovación, se han abierto oportunidades de aprendizaje y de investigación muy valiosas, dando lugar a proyectos de movilidad internacional académica y/o laboral que, por evidentes razones, solicitan requisitos específicos, entre ellos diferentes grados de competencia lingüística. La homologación del aprendizaje de una lengua no sólo sirve para organizar los elementos lingüísticos que impartir según su utilidad práctica o su facilidad, sino que su objetivo principal, como hemos visto en clase, es poner un "nivel umbral" con el que el usuario sea capaz de realizar determinadas acciones comunicativas, según el grado de dominio del idioma. De esta manera, se proponen cursos dirigidos a adultos para obtener una titulación específica que podría un requisito para acceder a una beca Erasmus o que figure entre las varias competencias necesarias en un CV. 

   Para definir mayormente estos niveles de competencia en el contexto del aprendizaje adulto, paralelamente a los que se presentan en el MCER (principiante, Intermedio, Avanzado), el Consejo Europeo ha planteado a su vez un Marco europeo de cualificaciones para el aprendizaje permanente (MEC). Mientras que el MCER es descrito como "esquema descriptivo del uso y aprendizaje de lenguas extranjeras", el MEC (o EQF en inglés) se define como "competencias clave para el aprendizaje permanente, es decir, la comunicación en la lengua nativa y en lenguas extranjeras, además de competencias matemáticas, científicas, tecnológicas y digitales, aprender a aprender, competencias cívicas e interpersonales, emprendedoras y de expresión cultural". No es raro que estas competencias clave sean las mismas que se aplican a la escuela secundaria (CCL, CP, STEM, CD, CPSAA, CC, CE y CCEC), ya que, al fin y al cabo, marcan un estándar necesario para que se puedan cumplir determinados proyectos de estudio, trabajo o investigación en un ámbito de movilidad internacional, ya no sólo teniendo en cuenta la competencia lingüística sino otras habilidades igualmente necesarias. Podemos entender, de esta manera, que la UE promueve un aprendizaje constante, que se preste siempre a la ampliación de competencias de varia naturaleza, para crear un repertorio de habilidades y conocimientos con los que alcanzar un mayor número de objetivos. 




   Pese a la obvia utilidad de esta instigación a aprender, a adquirir, a saber hacer, es natural que tenga un impacto negativo en los estudiantes o, mejor dicho, en las metodologías de enseñanza: como mencionamos poco antes, la motivación que impulsa a aprender por el placer de ello es la primera en caer, sustituida por la necesidad de obtener una certificación, eliminando en muchos casos la gratificación que deriva de aprender un idioma por gusto; esto deriva en que el alumnado, con un propósito tan definido, pretenda que el currículo se modifique para llegar cuanto antes a la meta, y una vez que llegue aquí, abandonará el aprendizaje, que ya considera innecesario. Evidentemente, existen cursos de formación específica para obtener titulaciones concretas, y en éstas la enseñanza se planteará de forma diferente a una común escuela de idiomas, pero conviene plantearse cómo perdura el aprendizaje en la mente del estudiante que lo es por placer y en la del que lo es por necesidad, teniendo en cuenta que no recibirán los mismo estímulos, la misma diversidad de materiales, los mismos ritmos ni la misma satisfacción, todos elementos necesarios para que el aprendizaje sea realmente permanente.

   Cabe recordar, como conclusión, que no necesitamos un concepto como tal para este fenómeno, porque el aprendizaje, de por sí, nunca cesa de ocurrir. Cada situación, sea extraordinaria o cotidiana, es una renovada ocasión para aprender. Que no se puedan obtener titulaciones de todo lo que aprendamos no le quita valor al proceso, que nos acompaña en todo momento de la vida, como señala la filosofía del lifewide learning, pero eso es una historia para otra entrada de blog...


Comments

  1. ¡Hola Francesca! Feliz año y muchas gracias por tu entrada

    Estoy de acuerdo contigo en lo que dices sobre la imposición del aprendizaje constante y sus efectos negativos. Cada vez que leo los términos "lifelong learning" o "continued learning" siempre se tratan con halo positivo, obviando la increíble presión y desesperación que puede conllevar el concebir la continuación del aprendiaje y de la formación durante toda la vida por parte de un alumno de un instituto o un joven adulto a punto de entrar al mercado laboral.

    La fuerte presión que ejerce el mercado laboral en esta imposición del aprendizaje eterno hace que la motivación por aprender se limite únicamente al ámbito extrínseco, dando la posibilidad de generar incluso rechazo al proceso de aprendizaje por el desgaste constante al que se someten los alumnos, cuando lo principal a lo que deberíamos dedicarnos como docentes es a desarrollar su motivación intrínseca y sus ganas por aprender.

    Muchas gracias de nuevo y un saludo.
    Jonay

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